500 AÑOS DE REFORMA - por Juan Manuel Quero
Símbolos de la Reforma Protestante: La Cruz Hugonota
François Dubois, La matanza de San Bartolomé (1576-1584), Musée Cantonal de Beaux-Arts, Lausanne. Foto: Hollandse Hoogte.
(JUAN MANUEL QUERO, 03/02/2016) | Son muchos protestantes o evangélicos, --la mayoría mujeres-- los que hoy llevan en su cuello la Cruz Hugonota. Esta puede ser para muchos una cruz misteriosa; pero, se trata, de alguna forma, de uno de los símbolos protestantes, la insignia --podríamos decir-- del protestantismo del Sur de Francia. Se trata de una cruz que se portaba como una joya.
La cruz hugonota |
Los vértices de los cuatro brazos terminan en pequeñas circunferencias o botones, que parecen aludir a las ocho bienaventuranzas que nos presenta el evangelista Mateo en su capítulo 5:3-10, que marcan una ética singular y que debería caracterizar la fe protestante. Entre esos brazos estilizados aparece la flor de lis, significante de la Trinidad. Hace también referencia --a lo que fuera en aquel tiempo-- parte del escudo francés, y que en su conjunto parecen evocar la corona de Cristo, su sufrimiento como expresión de su amor, y propósito de que nuestros pecados pudiesen ser perdonados. La relación con la corona, con el Estado Francés, es de relevancia. El protestantismo, no ha sido una fe ajena a las circunstancias sociales y políticas, y aunque es evidente que esto fue muy destacado en la Reforma Radical, lo sería también en general, entendiendo la fe como un modus vivendi, una práctica sin la cual la fe se entendía muerta.
Un elemento importante en esta cruz sería la paloma que se balancea bajo el extremo inferior de los brazos. Es un símbolo del Espíritu Santo. Representa unción, ánimo, respaldo, fuerza, voluntad divina. Los reyes franceses deberían tener esta unción para reinar. Algunas de estas cruces tienen, en lugar de la paloma, algo similar a una gota de aceite, en forma de lágrima, que supone el esfuerzo y valor de los protestantes franceses que fueron perseguidos hasta la muerte.
Existen diversas explicaciones para esta misteriosa cruz, aunque las dadas anteriormente suelen estar consensuadas en buena parte, y nos ilustran lo que fue la historia de los hugonotes, como una parte significativa de la Reforma de Francia, y el protestantismo en general.
El nombre de «hugonote», que se daba a los protestantes franceses del siglo XVI, como otros dados al pueblo de Dios, tenía que ver con una especie de mote peyorativo, que parecía referirse a la mala práctica de los cultos de los cristianos, ya que querían relacionarlos con el Diablo, argumentando que los cultos los celebraban por la noche, demonizando así sus prácticas.
Los hugonotes eran teológicamente calvinistas, pues, en Ginebra, bajo la escuela del reformador Juan Calvino, se formarían muchos de los dirigentes protestantes de Francia. El crecimiento protestante cundiría, y la Palabra de Dios, correría por las calles. Esto produjo un recrudecimiento inquisitorial ante la Reforma Protestante en Francia. Se formaría la «Chambre ardente», para juzgar a los Reformados.
En junio de 1551 el Edicto de Châteaubriant arreglaría todas las medidas que se aplicarían en contra de nuestros hermanos en Cristo. Paris, Burdeos y Lyon, entre otros lugares, fueron testigos de la ejecución de muchos hugonotes. La Matanza de San Bartolomé sería ejemplo de la fuerte persecución. A pesar de los Edictos de Nantes de 13 de abril de 1598, o de Versalles en 1787, que significarían una cierta tolerancia, la plena libertad de culto para los hugonotes, no se daría hasta la Constitución de 1791, en el marco de la Revolución Francesa. En otra reflexión entraremos en una síntesis de todos estos hechos históricos de nuestros hermanos en Cristo.
La cruz hugonota es una bonita joya, pero hay que recordar que es una cruz llena de misterios. Los misterios de las tensiones y persecuciones, sufridas por tantas familias francesas, que no escatimaron esfuerzos para predicar la salvación que existe en Cristo, y permear así una sociedad de esperanza. No podremos saber todas las vivencias que existirían detrás de este símbolo protestante, pero, cuando veamos esta cruz, recordemos que muchos hermanos lo llevaron, siendo influyentes en el cambio de una sociedad que era violenta, a pesar del peligro que corrían.
Es importante recordar cómo se identificaron con ese Dios, que es amor, que entregó a su Hijo en la cruz redentora para salvarnos, dejando así que el Espíritu Santo fuese una realidad constante de consuelo y poder para sus vidas. Aprendamos de ellos a entender el amor a Dios, como un amor que también se proyecta en nuestro prójimo, lo que no les eximía, sino que les impelía espiritualmente a llevar a la práctica su aportación social, así como a su gobierno, comprometiéndose responsablemente.
Autor: Juan Manuel Quero
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