ALTERNATIVA / por José Pablo Sánchez
¿Qué pasó en Barcelona?
José Pablo Sánchez, miembro del Comité Ejecutivo del Festival de la Esperanza, ofrece su evaluación y su reflexión sobre los elementos que incidieron en el éxito de un evento histórico.
José Pablo Sánchez y Dámaris Playà fueron los presentadores del Festival de la Esperanza / foto: MGala
(JOSÉ PABLO SÁNCHEZ, 14/05/2015) Han habido varias personas que me han preguntado sobre mi valoración del Festival de la Esperanza en Barcelona. Llevo más de veinte años trabajando en la evangelización y nunca había visto nada igual. El fruto fue sorprendente. El 1 de mayo asistieron 14.100 personas al Palau Sant Jordi y 759 tomaron una decisión por Cristo. El 2 de mayo llegaron 13.619 personas y 796 salieron al frente como expresión de su reconciliación con Dios.
Aún recuerdo las lágrimas de alegría que regaron mis mejillas ambos días y durante varios días una emoción sobrecogedora, celestial, llenó mi pecho. Siendo sincero, nunca creí que algo así sucedería. ¡Perdóname, Señor! Es evidente que Dios se glorifica cuando quiere a pesar de nuestra poca fe. ¡Menos mal!
Ahora bien, este fruto es también el resultado de muchos factores. Algunos son divinos y se escapan de nuestro control, otros son humanos y creo que es justo señalarlos para que podamos aplicarlos en el futuro. Estos son varios de los factores humanos que deberíamos seguir trabajando para continuar cosechando fruto para el Reino de Dios.
PASIÓN POR LAS ALMAS. Suena a título de libro, pero no encuentro mejor manera de expresar este factor. La pasión es el punto de origen de la acción. El amor que alimenta la pasión viene de Dios pero se enfoca en campos muy diversos. Algunos creyentes viven apasionados por la alabanza, otros por el conocimiento bíblico, otros por las estrategias misionales. Todo está bien, pero para ver fruto de almas entregadas a Cristo hay que tener pasión por su salvación, hambre de vidas transformadas. El Festival de la Esperanza nació de la pasión de hombres como Juan Blake y Guillem Correa que se apasionaron con la idea desde el principio porque soñaban con ver España y Cataluña rendida a los pies de Cristo.
VISIÓN DE PROCESO. Muchas personas cuando piensen en el Festival de la Esperanza solo recordarán el evento que tuvo lugar en el Palau Sant Jordi. Casi me atrevería a pensar que serán la mayoría. Pero el evento fue solo el pico de un iceberg. Bajo la superficie hubo mucho esfuerzo movido por la visión de un proceso evangelístico que viene de muy atrás en el tiempo y estoy seguro que continuará hacia el futuro, como fruto de una visión ambiciosa de alcanzar Cataluña para Cristo. Por eso, el día del lanzamiento del Festival el 20 de septiembre de 2014, se invitó a todos los pastores y líderes asistentes a comprometerse con un "Pacto" por la evangelización de Cataluña. Dios ha bendecido esta visión con una gran cosecha, pero que hay que entender como parte de ese proceso y como estímulo para seguir invirtiendo en el. Eventos como el Festival son esporádicos y muy sanos para revitalizar las iglesias, pero el día a día de la misión debe enfocarse en el proceso local donde deben de generarse multitud de iniciativas evangelísticas para seguir construyendo paso a paso el Reino de Dios en sintonía con la misma visión.
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José Pablo Sánchez sonríe, junto al evangelista Franklin Graham |
COMPLICIDAD DEL LIDERAZGO. Cuando los pastores se hacen cómplices de una visión, las iglesias cooperan y surge una sinergia celestial poderosa. Confieso que he sido bendecido en cada reunión del comité ejecutivo del Festival al sentir esa complicidad del liderazgo catalán. En el comité estaban representadas una gran diversidad del protestantismo español y había una misma ilusión, un mismo propósito, un respeto, un amor que mantuvo la unidad incluso en momentos complicados donde se expresaron opiniones opuestas. Nos hicimos cómplices de un sueño que Dios hizo realidad. Organicé y acompañé a Viktor Hamns, el director internacional de los Festivales, en la primera visita a España hace tres años. Vino para explorar el interés real que había en los líderes sobre invitar a Franklin Graham. La mayoría expresó su acuerdo e ilusión. Otros no. Pero incluso lo que fueron reticentes y manifestaron recelo sobre el método de evangelización de la Asociación Billy Graham, cuando llegó el momento y se formó el comité ejecutivo, antepusieron su complicidad a sus recelos, se implicaron y trabajaron en armonía con los demás. Fue un milagro, una obra de la Gracia divina, pues lo frecuente es que cada líder ponga su propia visión por encima de la de otros.
INCLUSIÓN. Se ha hablado mucho de unidad estos días. Hay que celebrar la unidad de las 200 iglesias involucradas en el Festival. Pero también es importante resaltar que esa unidad fue el resultado de una búsqueda real de comunión fraternal y un trabajo de inclusión lento y progresivo. En muchas ocasiones, los que reclaman unidad, lo hacen como caciques "todos conmigo". Cuando ellos o su organización lanzan un evento reclaman la unidad de todo el pueblo de Dios con ellos, pero cuando son otros los organizadores, están muy ocupados, se van de viaje o, lo que es peor, contraprograman. El Festival trabajó durante dos años la unidad de las iglesias. Franklin Graham aceptó la invitación a Barcelona tras comprobar que ya había un compromiso de inclusión de muchas denominaciones y entidades en el proyecto. Aunque no hubiera habido una sola respuesta en el Festival, la comunión expresada, el trabajo realizado juntos, y el apoyo mutuo demostrado, ya hubiera merecido la pena.
INVERSIÓN. Debemos reconocer la inmensa generosidad de la Asociación Evangelística Billy Graham. Durante diez meses han mantenido en funcionamiento una oficina, contratado personal, enviado a sus obreros a Barcelona y movilizado unos setenta técnicos para los días del Festival. Todos eran personal altamente cualificado. Desconozco el costo de esa inversión, pero es evidente que ha sido muy generosa. También las iglesias catalanas y españolas han tenido que invertir ofrendas, recursos, personas y tiempo. Fue impresionante escuchar el coro de 500 voces y sorprendente los mil consejeros preparados. Decía un pastor antes del Festival "ya no tengo más miembros para ceder a nuevas necesidades, todos están participando en algún área u otra del Festival". Impresionante. El costo de Festival ha sido inmenso y ha merecido la pena. Hemos visto el fruto y nos alegramos. Ahora bien, no olvidemos que ha sido posible gracias a la ayuda que hemos recibido. Ojala algún día seamos capaces los evangélicos españoles de hacer algo así, del mismo nivel, sin ayuda y podamos invitar a Franklin Graham pagando todos sus gastos. Por ahora basta con reconocer que el Festival ha sido caro y que todo lo bueno, cuesta.
El Coro Unido de Cataluña, de 500 voces / foto: MGala
MENSAJE DE PERDÓN. Franklin Graham predicó un mensaje claro y sencillo del Evangelio centrado en el arrepentimiento y el perdón de Dios. Para hablar de arrepentimiento primero tuvo que explicar con claridad y contundencia la gravedad del pecado. Entre otros muchos pecados, definió el aborto como asesinato y las relaciones sexuales fuera del matrimonio como fornicación. Nos hizo sentir a todos culpables delante de Dios, pero siempre, inmediatamente unido a la condena, habló del perdón de Dios. Fue un mensaje cristocéntrico conectado al texto bíblico, sin apenas florituras o historias, pero que caló en el corazón de la gente. Franklin no tiene la elocuencia o el carisma de su padre, ni la labia de los políticos o humoristas, pero es un buen comunicador capaz de expresarse con claridad y autoridad. No hubo manipulación emocional ni presión psicológica. No contó chistes pero tampoco aburrió a la audiencia. Fue directo a las Buenas Noticias del perdón y la reconciliación con Dios. El resto lo hizo el Espíritu Santo.
INVITACIÓN. Desde el primer momento del mensaje Franklin informó a todos de que haría una invitación para que todos aquellos que los deseasen demostraran su arrepentimiento. Insistió en ello durante su exposición. Al final del mensaje, invitó a las personas a bajar frente a la plataforma como expresión de su deseo de reconciliarse con Dios y aceptar su perdón. Esta invitación marca la diferencia entre enseñar y evangelizar. Hablar de Jesús, su obra, amor y valores es enseñar. Evangelizar es ofrecer a la audiencia la oportunidad de decidir y responder a la pregunta ¿qué vas a hacer ahora? El Festival de la Esperanza fue muchas cosas: un concierto con músicos geniales, un encuentro de adoración, un buen espectáculo, una expresión de unidad que dio visibilidad a los evangélicos, pero sobre todo fue un evento evangelístico. ¿Por qué? No porque se predicara el Evangelio solamente sino porque se ofreció una oportunidad de respuesta.
Para terminar, he escuchado en muchas ocasiones decir "este método o aquel no funciona". Después del Festival de la Esperanza en Barcelona es más difícil decir que "las campañas no funcionan" aunque estoy seguro que algunos lo dirán y pondrán en duda los resultados, el proceso, el costo, o la corbata del predicador. Bien, yo creo que "todos los métodos funcionan" cuando se aplican con pasión por las almas, visión de proceso, complicidad del liderazgo, inclusión, inversión, mensaje de perdón e invitación. A veces hay más fruto, otras menos, pero siempre que anunciamos el Evangelio así, hay fruto y Dios se glorifica. De modo que merece la pena luchar estas batallas y seguiré sirviendo al Maestro en cada una de ellas.
Autor: José Pablo Sánchez Núñez, miembro del Comité Ejecutivo Festival de la Esperanza y Director de Decisión.
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