SIN ÁNIMO DE OFENDER
Profunda y apasionadamente enamorado
(JORGE FERNÁNDEZ, 14/02/2013) Cuenta la leyenda que Valentín era un religioso cristiano que, hacia el siglo III, ejercía su ministerio en Roma. Gobernaba por entonces el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras. Valentín consideró que el decreto imperial era injusto y desafió al emperador. Celebraba en secreto matrimonios para jóvenes enamorados (de ahí que se haya popularizado que San Valentín sea el ‘patrón’ de los enamorados).
Según la tradición –cuya celebración está muy arraigada en los países anglosajones y se ha extendido por otras latitudes a lo largo del siglo XX-, el emperador Claudio hizo ejecutar a Valentín el 14 de febrero de 270 D.C.- De allí que, cada 14 de febrero, se celebre en algunos países el “Día de los Enamorados”, y en otros, el “Día del amor o de la Amistad”.
Es probable que el emperador tuviera algo de razón en su planteamiento, al fin y al cabo. Se nos ocurre pensar que, si hubiera más jóvenes verdaderamente enamorados, tal vez habría menos soldados y menos guerras. Resulta bastante incompatible estar enamorado y abrigar los sentimientos de odio y de crueldad que algunos generales exigen a sus subordinados. La felicidad del enamorado, a priori, propicia un estado de ánimo inconveniente para la guerra. Por eso, con mayor sabiduría que el emperador romano, Moisés ordenó que los soldados recién casados, abandonararan por un año el frente de batalla, para dedicarse a consolidar su felicidad conyugal.[1]
UNA EXPERIENCIA INCOMPARABLE
Claro que, también hay enamoramientos enfermizos, que producen celos patológicos que impulsan comportamientos violentos. Los casos de violencia contra las mujeres, por parte de sus parejas están muy presentes en nuestras mentes hoy. Pero eso es otra cosa, que no merece tan siquiera llamarse enamoramiento.
El enamoramiento sano –cuando es correspondido- puede sacar lo mejor de nosotros y dotarnos de una gran fuerza interior, espiritual, emocional, psicológica, ¡e incluso física! Los enamorados pueden pasar horas sin dormir, sin comer lo suficiente y alterando horarios y hábitos saludables, sin enfermarse necesariamente por ello, ya que su estado anímico y el buen humor, producen reacciones químicas positivas que compensan y equilibran sus organismos.
Fue por esa fuerza –química, espiritual y emocional- que Jacob trabajó siete años para su tío Labán, a cambio de Raquel, "y le parecieron como pocos días, porque la amaba". [2]
Estar felizmente enamorado es, pues, una experiencia incomparable que, además, refuerza nuestra autoestima. Paradójicamente, esto lo hace a expensas de nuestro “ego”, que se desplaza de buena gana para dar cabida a otro ser humano en el trono de nuestro corazón. En este sentido, el enamoramiento es una forma de altruismo muy beneficioso para nuestra salud psicológica, que confirma una máxima bíblica: “Más bienaventurado es dar que recibir”. [3]
No hace falta insistir, pues, en que la “pasión amorosa” (“enamoramiento”) -que no debemos entender como equivalente a “pasión sexual”, lo que sería reducir el concepto de una experiencia humana mucho más amplia e integral-, es la fuerza motora más grande, más extendida y más beneficiosa que existe en este mundo.
LA FUERZA QUE MUEVE EL UNIVERSO
Lo que poca veces pensamos –y nos gustaría recordad aquí- es que: es el enamoramiento divino la verdadera fuerza que mueve todo el Universo.
Eso es así –con permiso de Stephen Hawking- si hacemos caso a la Biblia, que nos describe a Dios -el Señor del Universo- como un Ser “profundamente enamorado” de su Creación y, de modo particular, del ser humano.
Las citas abundan, pero me quedo con un par de ellas. Una del Antiguo Testamento, en la que Dios expresa sus sentimientos hacia su pueblo a través del profeta Zacarías, en los siguientes términos:
“Así dice el Señor del Universo: Estoy profundamente enamorado [...], y siento por ella una ardiente pasión” [4]
El
Pero la Salvación no es solo fruto del sin igual “amor paterno” de Dios, sino que Cristo mismo es impulsado a la tierra por la “pasión amorosa” que siente por la Iglesia; pasión que, según el apóstol Pablo, constituye un ejemplo y paradigma para todo hombre enamorado. [6]
Por eso, cualquiera sea tu situación o estado “sentimental” (¡y mucho más si te sientes solo, o sola!), recuerda que el Señor es un Dios “profundamente enamorado”, y que tú y yo formamos parte del objeto de ese Amor apasionado que mueve el Universo y nos alcanza... y nos abraza.
¡Disfrutémoslo y celebrémoslo!
Autor: Jorge fernández
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[3] Hechos 20:35 - Biblia RVR 1960
[4] Zacarías 8:2 - Biblia La Palabra (BLP)
© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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