RAZONES PARA CONTARLO
Amor de botiquín
(BENI MORENO, 08/05/2012) Las estadísticas dicen que en España en 2010 se casaron unas ciento setenta mil parejas. En el mismo año ciento diez mil, aproximadamente, acabaron separadas. Esto son estadísticas, pero cuando a esas parejas se les pone cara y nombre, entonces el trauma de la ruptura se torna más real y cercano, más palpable y por cierto nada agradable. Al parecer, últimamente a muchas parejas se les rompió el amor.
Lo cierto es que a mí también se me ha roto el amor muchas veces. Un amor que comienzas como un proyecto de vida, con toda la ilusión del mundo, con el deseo de formar una familia sólida y estable, de repente ves cómo se viene abajo. Y duele, ya lo creo que duele.
Como digo, a mí también se me rompió el amor. Se me rompió cada vez que discutí con mi marido (y él conmigo). Se me rompió cada vez que la tozudez se interpuso entre nosotros. Se me rompió en cada ocasión que le contemplé como un enemigo en lugar de un aliado o un compañero. Se me rompió cada vez que dejé que en mi mente anidaran pensamientos destructivos hacia él. Sí, lo cierto es que a mí el amor se me rompió muchas veces. Por eso, me fui elaborando un botiquín apropiado para este tipo de heridas. Al principio bastó con un poco de agua oxigenada y una tirita porque el perdón y la reconciliación llegaban pronto.
Pero más adelante tuve que hacer uso del betadine o el alcohol. Lo cierto es que parecía mentira, pero siempre encontraba algún remedio… aunque el dolor no desaparecía así como así, duraba aún varios días. Alguna que otra vez necesité calmantes y hasta la morfina llegó a formar parte de mi botiquín. El amor se rompe una y otra vez en una relación de pareja, pero no es irreparable.
A veces hay situaciones de conflicto en la pareja muy complicadas, realidades terriblemente difíciles en las que puede no haber otra solución, situaciones de abuso, de infidelidad, de destrucción hacia la propia familia. Pero en otras ocasiones, ni siquiera intentamos hacer uso del botiquín… Por supuesto, una comparación simple, pero no banal. Ya que no nos cortamos una pierna cuando nos hacemos en ella una herida (por muy profunda que sea) siempre y cuando podamos salvarla con otros remedios. ¿Por qué entonces sí lo hacemos con el matrimonio?
Personalmente creo que el amor se nos rompe y no lo reparamos porque no hemos entendido qué es el amor en el contexto del matrimonio. Llegan momentos de mucha dificultad en la vida de pareja que nos retan y ponen a prueba el compromiso que un día expresamos ante nuestro cónyuge. Los sentimientos y las mariposas en el estómago han desaparecido, ella ya no nos parece la mujer más bonita del mundo y empezamos a ver todos los defectos que tiene el otro. Lo que antes nos parecía atractivo ahora lo detestamos.
Dice la Biblia que fuerte como la muerte es el amor. Y sólo cuando experimentas de cerca la muerte, de muy cerca, es cuando eres realmente consciente de la fuerza que tiene el amor, toma una dimensión única. Un amor que no se rinde ante las tormentas, un amor que se da aunque no reciba (es a lo que hemos sido llamados si somos de Cristo), un amor que busca recursos para superar las dificultades, un amor que espera y no desespera. Es en esos momentos cuando experimentas que el amor no sólo no se rompe, sino que crece, aunque los problemas persistan. Cómo entonces puede un esposo de avanzada edad cuidar de su esposa enferma de Alzheimer, cómo puede una esposa perdonar a un esposo infiel, cómo se pueden soportar en la familia situaciones límites de adicción o de desahucio financiero. No se puede humanamente, sólo si hemos recibido y entendido el amor de Cristo, que dio su vida por nosotros. Así es como enseña la Biblia que un esposo debe amar a su esposa, hasta el punto de dar su vida por ella. Lo que ocurre es que los mensajes que nos llegan desde la sociedad son bien contrarios, y a veces confundimos unas voces con otra.
Fíjate que a mi llegó un día en que el amor se me dejó de romper. Ya no tuve que hacer más uso del botiquín, de hecho lo tengo guardado. Ya no tengo que usar tiritas ni alcohol; he dejado de ir al médico del amor porque sencillamente el amor se me fue. Dejó este mundo para ir a otro mejor, desde luego. Pero a mí me ha dejado mutilada y, sinceramente, echo de menos repararlo de vez en cuando.
Te aseguro que tengo razones para contarlo.
Autor: Beni Moreno Cárdenas
© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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