OPINIÓN / POR MÁXIMO GARCÍA RUIZ
¿Qué es lo que buscas?
Jesús conocía ese afán de búsqueda del ser humano, su eterna insatisfacción, sus necesidades básicas, y hace una invitación transcendental: “Venid a mí todos los que estéis cargados y trabajados…”
Máximo García Ruiz, 20/12/2021) Una de las características más notables del ser humano es que siempre está buscando algo. Jamás se da por satisfecho. Y cuando encuentra lo que busca, continúa buscando.
¿Y cuáles son las cosas que busca el ser humano? Son muy variadas. Algunos, hacerse ricos; otros alcanzar la fama, hacerse famosos, como esos adolescentes que son capaces de arriesgar su vida para conseguir muchos “me gusta”; los que son un poco más exigentes lo que buscan es ser amados; están también aquellos para quienes lo más importante, lo que buscan, es la salud; otros, ocupar un lugar prominente; están aquellos para quienes la belleza es lo más importante y se afanan por encontrar medios que les aporten el mayor nivel de belleza posible; algunos se decantan por el placer; para otros, aunque tal vez no sumen un número destacado, su objetivo es la paz entre los seres humanos, la paz entre las naciones; hay quienes buscan a su padre, o a su madre, o a sus hijos… Podrían añadirse otros muchos objetivos: buscar trabajo, bienestar, éxito…
Pasamos una buena parte de nuestra vida buscando algo o a alguien. En otros tiempos se buscaba la piedra filosofal, con la que el ser humano podría alcanzar todos sus deseos y hacerse rico, convirtiendo todo en oro; o el santo Grial, si nos adentramos en terreno más transcendente, o la fuente (isla o planta) de la eterna juventud.
Lo cierto es que este afán de búsqueda ha llevado al ser humano a alcanzar los grandes inventos y descubrimientos de la humanidad: telegrafía sin hijos, televisión, transistores, aviación, informática… Ha sido posible encontrar recursos maravillosos en la Naturaleza: penicilina y otros medicamentos vitales para la salud, vacunas, el valor nutritivo de las algas…
Y es que Dios ha puesto en el ser humano un don especial que le permie descubrir, inventar y transformar todo cuanto existe a su alrededor. Por ello, nada de esto debería extrañarnos. Se nos ha dicho: “buscad y hallaréis” (Mateo 7:7). Ya en el libro de Génesis se anticipa que Dios encarga a los hombres sojuzgar la tierra, es decir, señorear, extraer de ella el fruto (cfr. Génesis 1:18-28). No es malo, pues, ese afán de búsqueda. Únicamente los que buscan con insistencia, con perseverancia, con fe, son capaces de descubrir grandes cosas.
Buscar a Jesús
Jesús conocía ese afán de búsqueda del ser humano, su eterna insatisfacción, sus necesidades básicas, y hace una invitación transcendental: “Venid a mí todos los que estéis cargados y trabajados…” (Mateo 11:28). No es extraño, pues, que los discípulos le anuncien: “Todos te buscan”. ¿Quién no se encuentra cansado, trabajado, acorralado, en algún momento de sus vidas?
Lo cierto es que la vida nos impone a veces cargas tan pesadas, que obligan a ir arrastrándose trabajosamente, sin hallar descanso. Y llega un momento en el que hay que dejar esa carga en alguna parte. Ya no se puede aguantar más. Es en esos momentos cuando Jesús sale al camino, y te dice: “Venid a mí”.
Mientras estuvo en la tierra, muchos buscaron a Jesús. Le buscaron los sabios, los doctores, para comparar la sabiduría de la Ley con la sabiduría de Jesús; le buscaron los hambrientos, los desheredados, para saciar su hambre; le buscaron los enfermos, para que curara sus cuerpos maltrechos; le buscaron los fariseos, para desacreditarle: le buscó Nicodemo, de noche, a escondidas, para aprender los misterios de la vida eterna; le buscó una mujer de dudosa fama, para ungirle; le buscó el pueblo, para proclamarle como rey; le buscaron los sacerdotes y levitas, para encarcelarle; le buscó Judas, para venderle; le buscó el Sanedrín, para condenarle y matarle; le buscó José de Arimatea, para enterrarle.
¿Quiénes buscan hoy a Jesús?
Aunque a veces nos cueste trabajo creerlo, hoy también hay personas que buscan a Jesús. Posiblemente algún lector, consciente o inconscientemente, esté buscándole. De vez en cuando Jesús se pone de moda: ciertas publicaciones, alguna ópera musical, se ocupan de su persona. Sería interesante saber qué es lo que busca hoy en día la gente en Jesús, o para qué le busca, o cuando le busca, quienes realmente le busquen.
Cuenta un chascarrillo que, en cierta ocasión, un borracho abordó a un predicador, y le dijo: “Yo soy mejor cristiano que tú”. “¿Ah, sí? ¿Por qué?”. “Mira -y le mostró un gran crucifijo- yo siempre llevo a Cristo colgado del cuello”. “Así se explica. Si llevaras a Cristo en el corazón ahora no estarías borracho”.
Los hay que buscan a Jesús, o su nombre, simplemente para grabarlo en una camiseta, o para colocarlo en un letrero. Algunos se hacen una imagen de Jesús de madera, o de escayola, y lo llevan de un lado para otro. Todo eso es un tremendo error. No es posible manejar a Jesús a nuestro antojo; lo importante es dejarse llevar por Jesús. Él es el que tiene que marcar el camino a seguir. Si él está fuera, la vida deja de tener sentido.
También ocurre que otros muchos no buscan a Jesús poque tienen una imagen errónea de él. Se imaginan a un Jesús lastimero del que hay que tener compasión, al que hay que mostrar lástima, al que hay que proteger y defender. O a un Jesús vengativo del que únicamente hay que esperar el castigo. Ciertamente, algunos religiosos han desfigurado la imagen de Jesús.
Conclusión.
“Todos te buscan”. Yo no sé si hoy podríamos decir algo semejante. ¿Buscan todos a Jesús? La respuesta es, sin duda, que no. Pero hay una incógnita mucho más importante que ésta: ¿Estás buscando tú, querido lector, a Jesús? Y si le buscas, ¿para qué le buscas?
Es muy probable que Jesús no va a hacerte rico; seguramente no alcanzarás fama siendo cristiano, por el hecho de serlo; tampoco te garantiza la salud, ni tampoco la paz exterior. Pero si te decides a buscar a Jesús de corazón; si le buscas porque te sientes cansado de soluciones humanas; si le buscas porque estás cansado, derrotado; si le buscas porque no puedes ya soportar la vida sin él… entonces, seguro que el encuentro con Jesús será inolvidable.
“El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). El encuentro con Jesús cambia el rumbo de la vida. Por consiguiente, el mensaje es muy sencillo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas etas cosas os serán dadas por añadidura” (Mateo 6:33). Las cosas necesarias, no los caprichos. No se trata de la teología de la prosperidad, sino de la teología de la compasión.
Autor: Máximo García Ruiz. Diciembre 2021 / Edición: Actualidad Evangélica
© 2021- Nota de Redacción: Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
*MÁXIMO GARCÍA RUIZ, nacido en Madrid, es licenciado en Teología por la Universidad Bíblica Latinoamericana, licenciado en Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en Teología por esa misma universidad. Profesor de Historia de las Religiones, Sociología e Historia de los Bautistas en la Facultad de Teología de la Unión Evangélica Bautista de España-UEBE (actualmente profesor emérito), en Alcobendas, Madrid y profesor invitado en otras instituciones. Pertenece a la Asociación de Teólogos Juan XXIII. Ha publicado numerosos artículos y estudios de investigación en diferentes revistas, diccionarios y anales universitarios y es autor de 29 libros y de otros 14 en colaboración, algunos de ellos en calidad de editor.
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