OPINIÓN / por JUAN MANUEL QUERO
La Cruz, la Política y los cristianos (II)
Corona Real de España, con su "globo crucífero", similar al que usan otras coronas europeas
(JUAN MANUEL QUERO, 19/04/2019) | En consonancia a otras reflexiones que ya hemos tenido sobre «cesaropapismo» y otras formas en las que la iglesia y los gobiernos han tenido el poder para decidir sobre cuestiones de índole civil o religioso en los gobiernos de diferentes países, incluso de imperios en otros tiempos, cabe ahora analizar el tema de «las relaciones políticas y la cruz» con el propósito de procurar entender lo que actualmente se está dando en muchos lugares.
No son exactamente direcciones «cesaropapistas» de forma directa y clara; pero, los principios e incluso los resultados, pueden ser muy parecidos. Nos damos cuenta de que muchas veces los partidos políticos saben llamar a las puertas de las entidades que más apoyo puedan darle, y estas puertas también pueden ser de tipo religioso. Los populismos y los extremismos más radicales se tendrían que entender bien, donde ha habido largas dictaduras, como en España, pues qué mayor radicalismo que una dictadura; no obstante, no siempre es así. Con frecuencia los pueblos se olvidan de las políticas de una dictadura, y sin percatarse, con modelos diferentes, se vuelve a hacer lo mismo; pero, con el apoyo de los pueblos.
La relación de la política, la religión y el pueblo es algo inevitable, la cuestión es cuando la mixtificación no produce una visión clara, y los que saben mover los hilos de «estos poderes» manipulan al pueblo buscando sus apoyos. |
La relación de la política, la religión y el pueblo es algo inevitable, la cuestión es cuando la mixtificación no produce una visión clara, y los que saben mover los hilos de «estos poderes» manipulan al pueblo buscando sus apoyos. Hay que saber mantener un equilibrio, el cual se pierde, cuando los poderes fácticos de una religión mayoritaria o significativa decide por todos los civiles, a través de cauces que encierran ciertos maridajes de intereses, y viceversa. Cuando se escriben estas palabras, la Catedral de Notre Dame de París esta ardiendo (15 de abril de 2019), y parece que se perderá una buena parte de este monumento gótico (Siglo XII) que ha sido testigo de mucho de esto que comentamos.
Sería aquí que se beatificaría a Juana de Arco por el papa Pio X (18 de abril de 1909). En esta misma catedral se daría de forma solemne la coronación de Napoleón Bonaparte como emperador, con una escenografía recogida por el pintor de la corte de Napoleón, Jacques Luis David (1807), donde se representa a Napoleón mismo como se corona a sí mismo; pero, con la bendición de los obispos y el Papa Pio VII, allí presentes. Todo ello está revestido de personajes y elementos llenos de significado, en el que las tensiones de la política y la iglesia tienen gran relevancia. Los ejemplos son constantes en diferentes países, en diferentes momentos, con distintos gobernadores y emperadores, así como en nuestra actualidad.
El globo crucífero formaría parte de las joyas de muchas coronas, tanto en el ejemplo anterior de la coronación del emperador Napoleón, como de la misma casa de Borbón en España y en otros lugares. Es la cruz sobre un globo terráqueo. La cruz será omnipresente en todos los actos que se solemnizan como importantes, pero, también en aquellos que quizás no fuesen tan importantes. El fuerte símbolo de la cruz, dependiendo de sus formas traería memorias diversas de imperios, casas reales, papas, órdenes religiosas, etc. La cruz perdería su significado más bíblico para representar obras de orfebres, tradiciones, poderes humanos, y de un forma muy sutil y constante, una especie de sortilegio, de amuleto, o de llave para intentar implantar en los proyectos de los pueblos «la aprobación de Dios». Hasta tal punto es así, que incluso las reliquias de astillas de la cruz se multiplican en las iglesias, como es el caso del «Lignum Crucis» que conservan en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria); inclusive las espinas de la corona de Jesús, como era el caso, de las que se guardaban en la misma Catedral de Notre-Dame.
Allí se levanta una gran cruz de 150 metros de altura, considerada la más alta del mundo, pudiéndose observar desde 40 kilómetros de distancia. ¿Qué sentido tiene esa cruz levantada por un gobierno sustentado por una iglesia, que en sus pies tiene la gran barbaridad del crimen y de la imposición? |
En España se ha puesto en debate, no solamente la exhumación de un dictador, cuya tumba está en la Basílica del Valle de los Caídos, donde muchos fueron utilizados como esclavos para construirla por mandato del dictador Francisco Franco. Allí se encuentra lo que se considera la mayor fosa común de la Guerra Civil de España (1936-1939). Allí se levanta una gran cruz de 150 metros de altura, considerada la más alta del mundo, pudiéndose observar desde 40 kilómetros de distancia. ¿Qué sentido tiene esa cruz levantada por un gobierno sustentado por una iglesia, que en sus pies tiene la gran barbaridad del crimen y de la imposición?
Algunas de estas respuestas podemos verlas ya en aquella escena que culminaría en el Calvario. En la escena de la redención de Jesús, caminan los personajes que desorientados por la crisis que podría suponer Cristo en su medio, empiezan a moverse. Encontraremos reyes como Herodes Antipas; prefectos como Poncio Pilatos; religiosos como escribas, fariseos, e incluso el mismo Sumo Sacerdote Anás o Caifás (un tipo de «Papa» para Israel, pero, como es evidente, sin ser vicario de Cristo); y además, no faltaba el pueblo, que era utilizado según los intereses de unos y otros. No hay que olvidar, que entre ellos también había un grupo de hombres y mujeres que seguían a Jesús, eran los que le había aceptado como Señor y Salvador, los que estaban dispuesto a poner en práctica una nueva forma de vivir.
En medio de todo esto se levantaría la cruz; una cruz que hasta ese momento no era más que un símbolo de vergüenza, pero, que a partir de la muerte y resurrección de Jesús tendría un significado de liberación... |
En medio de todo esto se levantaría la cruz; una cruz que hasta ese momento no era más que un símbolo de vergüenza, pero, que a partir de la muerte y resurrección de Jesús tendría un significado de liberación; aunque, por el poder simbólico, muchos hayan preferido darle al significante, al madero, un valor que solamente le corresponde al significado, «la redención de Cristo». Hay que proclamar este significado que es el que nos da equilibrio, hay que predicar y presentar a Cristo; recuperar el verdadero significado de la cruz. Este nos habla de la incapacidad del hombre, sea religioso, político o cualquier otro profesional, para poder solventar las cosas con la autosuficiencia de sus méritos. La cruz nos habla de nuestros pecados; Jesús murió por nosotros.
En aquella cruz había un acta en la que se explicaba el motivo por el cuál Jesús moría, y no era un simple INRI, sino que, como explica el apóstol Pablo, eran todos nuestros pecados los que allí fueron declarados: «Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz […]» (Colosenses 2:13-14). La solución evidentemente no estaba, ni está, en el madero o en la cruz, sino en Jesús, cuyo nombre significa Salvador. Sin embargo, la tensión ya estaba allí. Hay que tomar decisiones que afectan a la política, a los gobiernos, y los mismos seguidores de Jesús tendrían que plantearse cómo vivir con todo ello.
Un cristiano no debe convertirse en ningún momento en «el hombre masa» que señalaba el filósofo Ortega y Gasset, que se deja llevar simplemente por iconografías o conceptos a los que se le han puesto «una cruz» u otro símbolo |
Muchos «pilatos» se encontrarán con las presiones de los religiosos, y muchos religiosos con las presiones de los gobernadores. Jesús respetaría las decisiones de unos y otros. Él invita a tener una verdadera vida: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame» (Lucas 19:23). El mismo declararía que hay que dar a Dios lo que es de Dios y a César lo que es de César (Mateo 22:21). Esto significa no solamente creer en la existencia de Dios, sino creer en Dios mismo, en su Palabra. Esto es buscar su voluntad y servirle, lo que conlleva sopesar e implicarse en las diferentes situaciones de Estado, en el mundo de la política, sopesando las decisiones que como cristianos debamos tomar; aun, cuando en la mayoría de los casos los políticos tienen una religión determinada, o son ateos. En la cruz podemos ver también una ilustración de este equilibrio necesario en la sociedad.
Una cruz formada por dos palos, uno vertical que podemos decir que apunta al cielo, a Dios mismo; y otro palo horizontal, que señala la transversalidad o relación con las personas, los pueblos, los gobiernos, lo que tiene que ver con «César». Un cristiano no debe convertirse en ningún momento en «el hombre masa» que señalaba el filósofo Ortega y Gasset, que se deja llevar simplemente por iconografías o conceptos a los que se le han puesto «una cruz» u otro símbolo. Hay que buscar cómo se dan los principios del Evangelio, la voluntad de Dios, y de esta forma dar pasos responsables en nuestros compromisos con los gobiernos y la composición de los mismos.
Autor: Juan Manuel Quero Moreno
© 2019. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estrictamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
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Todos los cristianos evangélicos debemos mucho a la Reforma Protestante, estando más unidos a esta de lo que podríamos pensar. Yo no me considero ni luterano, ni calvinista, ni zwingliano, ni seguidor de algunos de los reformadores más o menos destacados de ese tiempo tan significativo; pero, me puedo identificar con una buena parte de sus enseñanzas, pues, hay algo común, y es la base de Las Escrituras.
Muchos evangélicos podríamos decir que nos convertimos en un contexto que nada tiene que ver con la Reforma Protestante, y que Cristo se nos reveló a través de la lectura de la Biblia, o de una predicación o mensaje que tenía esta base, sin más datos, o planteamientos de terceros. Esto que es lo que yo llamo «evangelicalismo», es decir, el surgimiento de creyentes e iglesias por un encuentro con el evangelio, y por tanto con Cristo, no está ajeno de una realidad, que queramos o no, nos une con la Reforma Protestante, --a pesar de que esto no suponga que seamos iglesias reformadas en el sentido histórico a lo que se refiere esta clasificación.
El encuentro con la Palabra de Dios ha sido facilitado, porque muchas personas no escatimaron esfuerzo, --especialmente desde esta Reforma del siglo XVI--, para que la Biblia pudiera ser asequible a todas las personas. Esto significaría traducirla a las lenguas vernáculas, en el idioma de cada pueblo, pues solamente podría encontrarse la traducción en latín, de La Vulgata, realizada por uno de los Padres de la Iglesia, como fue San Jerónimo.
Pocos, sabían leer, pero más distante se haría el conocimiento de la Biblia en latín, que solamente estaba al alcance de muy pocos, además del clero. Por otro lado habría que liberalizarla de la posesión de los que habían hecho de ella un monopolio de su traducción, lectura e interpretación, para que pudiesen adquirirla y leerla todas las personas. Por ello entre las «cinco solas» de Reforma Protestante, que marcan los énfasis de la misma, la primera era «Sola scriptura».
Así podríamos hablar de La Biblia de Lutero, de la que ya he comentado diferentes cuestiones en otras reflexiones. Esta última, en la que trabajó hasta su muerte, sería la base para muchas versiones y biblias en el idioma germano y en otros lugares.
Juan Manuel Quero Moreno. «Un nuevo descubrimiento relacionado con la Biblia de Lutero». En: Actualidad Evangélica. [En línea]. Disponible en: <https://www.actualidadevangelica.es/index.php?option=com_content&view=article&id=8501:un-nuevo-descubrimiento-relacionado-con-la-biblia-de-lutero&catid=37:pensamiento> [Consultada el 10 de junio de 2016];
Nathalie Rabines Rodríguez. «Proceso de la traducción de la Biblia de Martín Lutero». Facultad de Traducción e Interpretación Universitat Autònoma de Barcelona. [En línea]. <https://ddd.uab.cat/pub/tfg/2015/tfg_25863/RABINES_RODRIGUEZ_NATHALIE_1268864_TFGTI1415.pdf>. [Consultada el 10 de junio de 2016].