OPINIÓN / MÁXIMO GARCÍA RUIZ
En torno a la identidad cristiana
(Máximo García Ruiz, 31/01/2019) El tema de la identidad evangélica ha sido planteado y debatido el pasado fin de semana por un variado elenco de representantes del mundo evangélico español. Sin haber tenido acceso a las ponencias presentadas y antes de conocer las conclusiones adoptadas, que espero sean sustanciosas y provechosas, pretendo plasmar mis propias reflexiones sobre el alcance de la identidad cristiana.
Los judíos que escuchaban a Juan el Bautista, sorprendidos por lo que decía y por la vida que llevaba, le preguntaron: “¿Quién eres tú?”, una pregunta incisiva que se interesa directamente por la identidad del Precursor. Si hacemos nuestra la pregunta, nos sitúa ante el espejo que indaga por el alcance de nuestra propia identidad cristiana.
Se necesitan cristianos con identidad cristiana, por encima de otras identidades denominacionales que hablen un lenguaje inteligible para una sociedad altamente secularizada |
Es notorio que la sociedad moderna vive una profunda crisis de identidad. Crisis de identidad como ciudadanos, crisis de identidad en el terreno político, crisis de identidad en el terreno religioso, crisis de identidad en el ámbito de la familia y crisis de identidad en la esfera personal. Todas estas crisis se interrelacionan entre sí y definirlas requeriría dedicarles un amplio espacio y atención. Nos limitaremos en esta ocasión a hacer algunas reflexiones en lo que afecta a la crisis religiosa en su dimensión cristiana, tratando de enmarcar lo que tiene que ver con la identidad. Para ello partimos de una especie de axioma que resalta la primacía del ser sobre el hacer; el ser tiene primacía sobre el actuar, una idea concorde con la exigencia central del Evangelio.
Si hablamos de ser cristiano es evidente que la definición suprema de lo que esto significa se centra en ser como Cristo o, al menos intentar serlo. La cuestión de fondo es determinar qué alcance tiene ese ser como Cristo. Podemos señalar algunos rasgos, una vez dada por supuesto la experiencia personal de conversión experimentada y vivida desde diferentes ámbitos eclesiales, que definen el ser cristiano.
1. Amar vs. odiar
2. Servicio vs. poder
3. Sencillez vs. orgullo
4. Humildad vs. certezas absolutas
5. Amistad vs. confrontación
6. Tolerancia vs. imposición
7. Compartir vs. acaparar
8. Acogida vs. rechazo
Estos rasgos definitorios del ser cristiano podrían reducirse a uno solo: vivir el evangelio en toda su integridad y humanidad. Una parte ad intra y otra ad extra. Se trata de buscar un equilibrio entre lo que somos y lo que hacemos. Todo desequilibrio cristiano proviene de cargar demasiado en uno de los extremos, el humano o el divino.
Trasladado a un terreno personal, se trata de redescubrir y desarrollar el don que Dios ha dado a cada cristiano, teniendo siempre presente los rasgos y características de la colectividad, proyectado en y desde la comunidad de creyentes. En otras palabras, revitalizar la comunidad de creyentes con el propósito de servir mejor a la comunidad social. Para ello, el cristiano tiene que proyectarse hacia la sociedad civil y aprender a leer e interpretar los signos de los tiempos a fin de poder contribuir a dar respuesta a las nuevas demandas de la sociedad, con el objetivo de construir un mundo más justo; más humano y más divino. El cristiano, la Iglesia, tienen que hacerse entender.
En determinados sectores se viene hablando de cristianos sin iglesia, pero ya comienza a hablarse también de iglesias sin cristianos. La pregunta es: ¿Qué podrá decirle la iglesia a la sociedad, cuando no sea capaz de hablar a sus propios fieles? Se necesitan cristianos con identidad cristiana, por encima de otras identidades denominacionales que hablen un lenguaje inteligible para una sociedad altamente secularizada.
La identidad cristiana se mueve en la actualidad en varios frentes a la hora de hacerse visible en la sociedad, que podemos sintetizar en tres:
1. Aferrarse a la tradición eclesial manteniendo un lenguaje obsoleto y una simbología religiosa ininteligible para la sociedad moderna, ajena a lo que ocurre fuera de sus muros. (Resulta llamativo que un colectivo de cristianos evangélicos haya desempolvado como una aportación moderna (¿) para las nuevas generaciones, ¡la versión de 1909 de la biblia Reina-Varela!).
2. Buscar e incentivar lo religioso espectacular: apariciones, milagros, grandes concentraciones…
3. La encarnación eficaz de la experiencia cristiana en el contexto social y político, tomando conciencia de la incompatibilidad entre el ser cristiano y la injusticia social de nuestras sociedades.
Es evidente que se plantea tensión entre las diferentes formas de afrontar la identidad cristiana. Por utilizar el lenguaje secular, se trata de una confrontación entre conservadores y progresistas. Se trata de formas diferentes de relacionarse con el mundo moderno a partir de distintas concepciones de lo que es y debe ser la comunidad de creyentes, lo cual plantea la existencia de posturas cristianas distintas que no resulta sencillo armonizar. Una se centra más en conservar las tradiciones y salvaguardar la moral conforme a unos estrictos moldes doctrinales, centrando su mensaje en “traer” a la iglesia a los pecadores para investirles de la gracia divina; la otra, mira más al exterior procurando ser un fermento profético de cambio social desde la proclamación de un evangelio liberador.
Por consiguiente, el reto, la respuesta a esa demanda de ser cristiano, es traducir la fe al lenguaje de una sociedad secularizada y vivir esa fe en medio de los conflictos y demandas del mundo contemporáneo.
Autor: Máximo García Ruiz. Enero 2019 / Edición: Actualidad Evangélica
© 2019 - Nota de Redacción: Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
*MÁXIMO GARCÍA RUIZ, nacido en Madrid, es licenciado en Teología por la Universidad Bíblica Latinoamericana, licenciado en Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en Teología por esa misma universidad. Profesor de Historia de las Religiones, Sociología e Historia de los Bautistas en la Facultad de Teología de la Unión Evangélica Bautista de España-UEBE (actualmente profesor emérito), en Alcobendas, Madrid y profesor invitado en otras instituciones. Pertenece a la Asociación de Teólogos Juan XXIII. Ha publicado numerosos artículos y estudios de investigación en diferentes revistas, diccionarios y anales universitarios y es autor de 21 libros y de otros 12 en colaboración, algunos de ellos en calidad de editor.
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