SIN ÁNIMO DE OFENDER - por Jorge Fernández
En defensa del buen drogarse
(En respuesta a Fernando Savater)
"Pica bien tu raya", la desafortunada campaña promovida por el Ayuntamiento de Bilbao
(JORGE FERNÁNDEZ, 17/02/2018) Si te vas a drogar, drógate con responsabilidad, “pica bien tu raya de cocaína”, que si no la picas bien "puedes dañar tus fosas nasales". (En cambio, si la picas bien con esta tarjeta tan chula que te obsequia tu ayuntamiento colega, ¡sólo dañará tu cerebro, tu vida académica, social y económica!!).
Y ya puestos, aquí va otra recomendación "guay". Si la vas a mezclar con alcohol, por favor no conduzcas en la ciudad. Vete a alguna carretera solitaria donde al dar vueltas de campana con el coche no lastimes a nadie. Es que, en la ciudad, ya sabes… ir a 230 km por hora puede hacerte perder puntos en el carné y, si no te estampas contra el coche de un conductor inocente cuando te metas en dirección prohibida por la autovía, se te puede caer el pelo cuando te pare una patrulla de la Guardia Civil y le metas un puñetazo a un oficial. No es recomendable, para nada. Muy mal rollo.
Fernando Savater, aboga por "aprender a manejar las drogas" |
Y otra cosa… asegúrate de llevar siempre encima tu documentación. Les facilitarás mucho las cosas a los médicos y a las enfermeras del hospital cuando el coma etílico te impida decirles tus datos y cómo pueden contactar con tu familia.
Si vas a consumir prostitución, hazlo con responsabilidad. No, no me refiero a que tomes precauciones contra el contagio de enfermedades venéreas de desagradables consecuencias (algunas incurables), que además puedes pegarle a otras mujeres o a la tuya propia. Me refiero a tu responsabilidad como "esclavista" y partícipe necesario en el mayor negocio criminal del mundo. Ya sabes, si vas a ser cómplice de un crimen, mejor hacerlo con responsabilidad y plena conciencia. Disfruta de ser un pequeño hampón, como los malos de las películas. Si no, ¿qué gracia tiene?
¿Extraños consejos? ¿Demasiado cruel la ironía?
Pues, ¿qué nos queda a quienes apoyamos o integramos organizaciones de lucha contra el consumo de drogas y la trata de mujeres con fines de explotación sexual, cuando se nos acusa de “cruzados prohibicionistas”? ¿Cuando esa lucha desigual se libra en España, país con desgraciados récords europeos y mundiales en estos apartados? ¿Cuando, quienes nos acusan de “prohibicionistas” por criticar ocurrentes políticas “tolerantistas” de algunos ediles o parlamentarios en temas tan sangrantes, son voces tan autorizadas como las del popular filósofo, Fernando Savater, que escriben sus teorías en medios tan importantes y con tanta difusión como EL PAÍS?
¿Qué hacer, si no tirar de ironía, cuando un referente ético como Savater afirma que “todas [las drogas] admiten uso adecuado” (sic) y califica de, supersticiosos, cerriles y cruzados prohibicionistas a quienes critiquen (critiquemos) la inconveniencia de alguna campaña informativa dirigida a enseñar a los consumidores a cómo drogarse bien?
El debate no es nuevo, ni lo ignoramos. Ante cualquier crítica o propuesta que abogue por desalentar, restringir, prohibir o penalizar el consumo de alcohol, tabaco, drogas o prostitución, los teóricos antiprohibicionistas se ponen nerviosos y arremeten contra lo que consideran una cruzada moralista.
¿No se dan cuenta de que ese debate es inexistente (o casi inexistente), entre los expertos, personal sanitario, efectivos policiales y trabajadores sociales, que lidian en el campo y luchan a pie de calle contra los nefastos efectos de esos consumos en las personas y en la sociedad?
No tiene nada que ver con moralismo. Estos expertos saben bien que las pocas posibilidades de victoria en la lucha contra estas plagas no pasan por normalizar el consumo de drogas o de prostitución, que es lo que se consigue legalizándolos. Al contrario, pasa por concienciar a la ciudadanía del peligro y las graves consecuencias de estos consumos, no solo para el consumidor sino también para terceras personas, con el objetivo de conseguir el mayor rechazo social hacia esos consumos tan nocivos para la salud personal y pública.
La lógica antiprohibicionsta defiende que, legalizado el comercio y normalizado el consumo, desaparecerán las mafias (algunos pensamos que solo "blanquearán sus negocios", siendo las primeras en beneficiarse). No aclaran que, con toda probabilidad, los consumidores se multiplicarán, como se han multiplicado los alcohólicos y adictos al tabaco con la venta libre. Ni mencionan que con cada prohibición, con cada resticción al consumo libre de alcohol y de tabaco, se salvan miles de vidas al año. ¡Cuál no será el daño del libre consumo de drogas como la cocaína o la heroína, cuya tolerancia orgánica y sus efectos adictivos son muchísimo más fuertes y devastadores para la salud!
Quienes defienden (defendemos) señalar, desalentar, perseguir, sancionar y penalizar el consumo (de drogas y prostitución), creemos en la lógica de la oferta y la demanda (¡totalmente contrastada, por cierto!): sin consumo, no hay mafias... pero tampoco hay adictos ni esclavas sexuales.
Abogar por el buen drogarse, como sugiere Savater, o defender el buen prostituir, como hacen otros, no ayuda más que a la confusión y a debilitar esa conciencia social tan necesaria para acabar con esas lacras.
Con estos temas no se puede contemporizar, y mucho menos frivolizar.
Autor: Jorge Fernández
© 2018. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
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