OPINIÓN | SIN ÁNIMO DE OFENDER
Celebrar lo que nos une, sin victimismos ni negacionismos
Monasterio de la Rábida (Huelva)
(JORGE FERNÁNDEZ, 11/10/2017) En vísperas de la celebración del Día de la Hispanidad, vienen a mi memoria un par de anécdotas entrañables vividas en primera persona a principios de los años 90, cuando residí con mi familia en Huelva.
Se acercaba el 500º aniversario del “Descubrimiento” de América y la ciudad se preparaba para los oportunos fastos conmemorativos en una vorágine que, no solo aguzaba la creatividad e ingenio de autoridades, artistas, arquitectos y grandes empresarios, sino también daba lugar a las pequeñas iniciativas e ideas particulares de muchos conciudadanos onubenses. [1] Al fin y al cabo, ¡Colón había embarcado hacia el nuevo rumbo desde Palos de la Frontera! [2]
"¿Acaso insinuaba este sutil comerciante lepero que América fue en realidad descubierta por los últimos neandertales hace 50.000 años y no por Cristóbal Colón? ¡A esto le llamo yo “revisionismo histórico”!" |
Así fue cómo un buen vecino de Lepe, hermoso municipio de la costa fundado por los fenicios y famoso por sus “cuentos de Lepe" [3] decidió estar a la altura y rebautizó su bar con un enorme cartel que rezaba: “Bar del 500 Centenario” (sic). La duda era… ¿se trataba de un lapsus gramatical inexcusable, o aquel misterioso rótulo encerraba algún sesudo mensaje subliminal? ¿Acaso insinuaba este sutil comerciante lepero que América fue en realidad descubierta por los últimos neandertales hace 50.000 años y no por Cristóbal Colón? ¡A esto le llamo yo “revisionismo histórico”!
La otra anécdota, no menos divertida para mí, tuvo lugar durante mi primera visita al Monasterio de La Rábida donde Colón recibió cobijo y apoyo para su empresa de parte de los frailes franciscanos, y donde descansan los restos mortales de su mecenas y codescubridor, Martín Alonso Pinzón.
Visitábamos este recinto histórico con mi padre y mi tío, llegados de Argentina y de paseo por España en esos días. La anécdota que traigo a colación tuvo lugar durante la visita guiada que hicimos por las distintas salas y dependencias del Monasterio, convertido en museo. El guía, un natural de Huelva bastante descontento y reivindicativo, se pasó buena parte del recorrido turístico denostando algunos de los principales activos turísticos del lugar.
“Allí tienen la espada de Hernán Cortés”, nos dijo… y enseguida gruñó, “Bueno, eso es lo que dicen, que es la espada de Cortés, pero lo cierto es que la original está en Sevilla, como todo lo que se han llevado de aquí…” (sic).
“Esos frascos que ven allí, llenos de tierra…”, señaló, con un gesto de desdén, “dicen que son tierra de distintas regiones de América… pero ¡vaya uno a saber de dónde la han cogido!”.
¡Y así con todo! Su “revisionismo histórico” (¿“histérico”?), nos dejó al final del recorrido con la agridulce sensación de que lo que acabábamos de visitar no era en realidad el tercer monumento nacional de España en importancia [4] sino uno de esos parques temáticos llenos de edificios de cartón piedra inspirados en dibujos animados.
Como digo, estas anécdotas vuelven a mi memoria especialmente en días como hoy, víspera del 12 de octubre, Día de la Hispanidad, cuando las reivindicaciones históricas desde uno y otro lado del "charco" [5] se multiplican y se arrojan como flechas encendidas para reabrir viejas heridas, o mantener abiertas aquellas que nunca se han cerrado del todo.
Soy de los que piensan que lo malo no es el revisionismo histórico, sino el “historicidio”. Lo malo no es tanto “el relato”, sino “la relación” (mala o ausente). Lo malo no es hacer memoria, sino el rencor y la falta de perdón. Lo malo no es honrar a las víctimas, sino el victimismo. Lo malo no es el "descubrimiento", sino el colonialismo [6] y su correspondiente negacionismo.
Como “gallego en Argentina” y “latino en España”, considero que hay motivos más que suficientes para celebrar toda la riqueza de la Hispanidad sin necesidad de negar la contrastada historia de abusos, conflictos y desencuentros de la etapa colonial, con sus luces y sus sombras, que 500 años después deberíamos poder dar por superada. Porque, con todo y a pesar de todo, formamos parte de una amalgama cultural, emocional y espiritual de más de cinco siglos que ha determinado lo que somos hoy, con nuestras muchas virtudes y los inevitables defectos.
Como cristiano protestante, español e hispanoamericano, me siento además especialmente feliz y privilegiado por la circunstancia histórica que me permite participar de la conmemoración del 500º Aniversario de la Reforma (¡no diré del “500 Centenario”!). De poder ser testigo de cómo, por ejemplo, algunos académicos de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) empiezan a poner en valor la cultura protestante y la versión castellana de la Biblia “Reina-Valera”, ¡mi Biblia desde la infancia! La traducción castellana más apreciada y leída en España e Hispanoamérica que siendo un niño aprendí a leer, memorizar y amar, en aquella pequeña iglesia evangélica de la calle Cañada de Gómez, en el barrio de Liniers, en Buenos Aires.
Me hace ilusión asimismo comprobar cómo, después de siglos de rechazos y adversidades, la fe cristiana evangélica se arraiga y se extiende también por toda Hispanoamérica y su presencia social y espiritual se consolida, también institucionalmente. Y me hace feliz que la Alianza Evangélica Latina (AEL), actualmente la institución protestante más representativa del pueblo evangélico hispanohablante, haya querido que una Federación hermana de España, la FEREDE, forme parte de la misma de pleno derecho, corroborando con ese gesto la unidad espiritual e histórica del pueblo evangélico hispano a uno y otro lado del charco.
Estos son solo algunos de los muchos y muy buenos motivos que yo tengo para celebrar el Día de la Hispanidad este 12 de octubre de 2017. No menciono aquí los afectos, los lugares, las personas, los libros, las canciones y los recuerdos que me hacen sentir feliz y orgulloso de ser español e hispanoamericano. La lista sería interminable. Y, ¿tus motivos? ¿Cuáles son?
Autor. Jorge Fernández
[3] Los “cuentos de Lepe” son equivalentes en España a los “cuentos de polacos” en los EEUU y a los “cuentos de gallegos” en Hispanoamérica. En realidad, los hay en casi todos los países y se basan en los mismos tópicos -torpeza, ignorancia, etc.- atribuidos con humor a distintos grupos culturales o étnicos. En el caso de Lepe solo hacen justicia, damos fe de ello, al excelente humor propio de sus pobladores, aunque esta anécdota pueda reforzar el tópico...
[4] http://www.cervantesvirtual.com/obra/expediente-sobre-la-declaracion-de-monumento-nacional-al-monasterio-de-santa-maria-de-la-rabida/
[5] Modo coloquial de referirse al Océano Atlántico que separa Europa de América.
[6] Distinguimos entre “colonización” y “colonialismo”, término este último que se define como: a) Sistema político y económico por el cual un estado extranjero domina y explota una colonia; y b) Ideología que defiende este tipo de sistema.
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