RAZONES PARA CONTARLO
La Oración que emociona
por Beni Moreno |
Hay personas que sufren y lo ves en sus ojos. Otras se esconden detrás de una máscara de autosuficiencia o de temor.
Desde hace ya tiempo decidí mirar a la gente a los ojos cuando me habla. ¡Cuántas cosas dice una mirada! En los ojos de mi amiga Ana (nombre ficticio de mi verdadera amiga) encuentro tristeza, dolor e incertidumbre… Si acaso algo de nerviosismo por ver que el mundo se le escapa de las manos. Cuando estoy con ella, la escucho y trato de amarla contándole mis propios problemas. Y lo agradece porque se da cuenta de que no está sola. Le maravilla mi fe. No se da cuenta de que la mía es una fe corriente, pero depositada en un Ser Extraordinario. Ana dice que cree, pero a su manera…
En dos ocasiones, antes de despedirnos, le dije que quería orar con ella. Es decir hablar con Dios junto a ella. Y en ambas ocasiones, al terminar, con los ojos húmedos me ha dicho: “¡Casi me haces llorar!”
Es una pena que la conversación con Dios a algunas personas sólo les emocione, pero no las transforme.
Hace poco leí en un libro una frase que me gustó: “La esperanza tiene que ver con la confianza, no con el optimismo superficial o con la certeza absoluta” (1)
Me gusta saber después de hablar con mi Dios, que El es fiel a sí mismo. Eso me ayuda a guardar mi corazón de mis propios fantasmas, y a esperar algo que no sé si llegará, de parte de Alguien quien sí sé que jamás se marchará…… ¡y eso me transforma!
Me pregunto qué tipo de conversación vas a elegir hoy tú con Dios, si esa que sólo humedece tus ojos o aquella que además provoca en ti un deseo de aventurarte en el cambio.
El que se queda parado contempla un paisaje monótono, el que está en movimiento recoge a su paso variedad de imágenes, y el que decide formar parte de la acción del paisaje almacena tesoros en el corazón. Así puede ser la oración.
Tengo razones para contarlo...
(1) José Carlos Bermejo, Estoy en duelo, PPC, Madrid 2007, p.95
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