NOSÓLOFÚTBOL / por Daniel Bores García

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(DANIEL BORES, 22/02/2019) Oí el otro día decir a unos periodistas en un programa como los del corazón, pero de fútbol, que era por todo el mundo sabido que la Europa League se podía venir a llamar también la “Ultra Europa League”.

El amarillismo de aquel programa me tentó a desechar la idea solo por su lugar de procedencia, pero no pude sino darles la razón.

Que hay millones de personas rotas por dentro ya lo sabemos. Siempre las ha habido. Que en la segunda curva del SXXI quedan pocos clavos a los que agarrarse en la vida, todos ellos abrasivos, también. Lo que sorprende a la opinión pública (esa recatada, ese 99% que culpa al otro 99%) es que en la era en la que más libros de ética se escriben sea en la que más odio se genera. Que cuanto más sabemos sobre el efecto desolador de la violencia en el deporte (Heysel, Sheffield, Bolton, Glasgow, El Cairo, Mogadiscio, Buenos Aires o Port Said son testigos de ello) más puñetazos vuelan entre aficiones. Que nos fustiguemos por ver a inmigrantes retenidos en fronteras pero queramos matar al de bufanda diferente. Que “love is in the air” pero solo en el que yo respiro.

Sabemos cruzar el mundo en un puñado de horas. Podemos ver una casa de Indonesia en Google Earth. Conocemos maneras de comunicarnos sin palabras. Hemos estudiado los seres vivos desde el Polo Norte hasta el Polo Sur…pero nos hemos pintado banderas, construido barreras, renovado pasaportes, denegado visados, afilado concertinas, separado graderíos.

Hemos visualizado un mundo diáfano, nos hemos asustado y hemos cambiado las paredes por rejas. No nos aguantamos a nosotros mismos y, entonces, no queremos aguantar al otro. Por no mirar nuestra propia cara en el espejo, se la partimos a quien nos la mire. Damos palos de ciego…

Leí el otro día en un buen libro, casi pasado de moda, una sentencia de amor. Así como un abrazo con palabras, para todos:

“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28. La Biblia)

Quien tenga oídos para oír, oiga.