POR RAÚL SCIALABBA, PRESIDENTE DE ABA
Celebremos la vida de un gran hombre de Dios
Un recuerdo personal ante la partida de Arnoldo Canclini.
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Raúl Scialabba |
(BUENOS AIRES, 12/06/2014) Tuve el gran privilegio de compartir muchos años de mi vida con la familia Canclini. Arnoldo fue mi pastor en mi niñez y adolescencia, quien me bautizó, quien bendijo mi matrimonio hace 45 años, quien basándose siempre en la Biblia como único fundamento me ayudó a formarme espiritualmente, quien me enseñó lo que significaba ser evangélico y cuales eran las raíces bautistas, quien me inculcó el amor por la libertad religiosa y con quien tuve el honor de compartir trabajos, proyectos y conversaciones profundas que me acompañarán el resto de mis días.
Esta mañana tuve oportunidad a título personal y en nombre de ABA de darle el último adiós en el Cementerio Británico. Expresé que más que despedirlo, quería celebrar la vida de este gran hombre de Dios.
Dije que estábamos agradecidos al Señor que como Asociación en sus últimos años, tuvimos la oportunidad de rendirle en vida y aunque sea en parte, el reconocimiento que merecía. Fue uno de nuestros miembros honorarios; reeditamos parte de sus obras; publicamos uno de sus últimos libros, Fe y Trabajo, que es una puerta abierta para que las nuevas generaciones conozcan a nuestros pioneros y abreven de nuestras raíces; pudimos grabar sus clases magistrales, las que hoy ya se han convertido en una gran patrimonio para el pueblo bautista.
Recordé también como hace ya muchos años, en esa misma capilla del Cementerio, Arnoldo había despedido los restos de su padre Don Santiago Canclini, leyendo una poesía. Y me atreví con temor y temblor también, a leer la misma, que en su última parte dice :
¿Cómo va la carrera, Portador de la Antorcha?
¡La carrera prosigue y el santo fuego avanza!
Terminé mi relevo y ahora me desplomo fláccido, sobre el césped, a un lado del camino.
¿Por mi bregar me alabas?
¡Calla!
Las fuerzas me abandonan más tu no estás cansado:
Escudriña el camino, mira bien y asegúrate si va en alto la antorcha en las manos del otro corredor.
No hagas caso de mi vida ofrendada con placer en la brega.
¡Sólo importa una cosa: que la antorcha encendida vaya siempre adelante!
Cerré mis palabras reconociendo que el santo fuego deberá seguir avanzando y que nuestro compromiso será siempre, que la antorcha sea llevada adelante y encendida.
Como él lo hizo.
Autor: Raúl Scialabba, presidente de la Asociación Bautista Argentina (ABA)
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